La afonía del invierno

Casi una década después de la muerte de su madre, la poeta le dedica este libro. Dividido en tres partes, las dos primeras reflejan el tránsito del duelo a través de los paisajes naturales del espino y el mar, donde «yacen» las cenizas. La Naturaleza, símbolo y espejo de la interioridad del sujeto lírico, torna en la tercera parte hacia la ciudad. Y es en esta tercera parte, la más extensa, donde la voz poética alcanza el grado máximo de intimidad, con un diálogo yo-tu (hija-madre) en una reconstrucción —y consagración— del vínculo materno: ahora, lejos de la infancia, cómo no lamentar el exceso de luz; / cómo afrontar la imposibilidad del vuelo de un pájaro, o contener el óxido que avanza raudo en tu espalda. // ahora, el ocaso se refleja en tu rostro. // ahora, el hilo umbilical se fortalece. // ahora, llevas la decrepitud como una flor. // ahora, cada tarde, mientras peino tu cabello blanco, ves morir la luz.