Intervalo se presenta como el itinerario de un yo vertiginoso que oscila, durante las cuatros estaciones del año, entre las cenizas de un amor extinguido y el albor de otro surgido de la nada, fusionándose los planos de ambos momentos, pasado y presente, en intervalos que consolidan los innumerables gestos de una existencia.
Los poemas de Intervalo sugieren una poesía que se sitúa en el posrealismo, donde se engendran los mecanismo —bajo auspicios realistas— de una estética fragmentada que abraza tradiciones como el cubismo literario o el creacionismo.
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